Hace algunos años compartía estudio con varios amigos. Trabajábamos como leones haciendo campañas publicitarias y nos pasábamos muchos días y muchas noches dibujando juntos y convirtiendo mi cafetera en el objeto mas amortizado de la historia de la humanidad.
Decidimos que cada semana, uno de nosotros pondría un ejercicio que hacer y cada uno realizaría ese ejercicio en sus ratos libres. Era una válvula de escape divertida y un buen sistema para hacer músculo y aprender a dar respuesta a un hipotético encargo que nos pudiera salir y que se escapara del lenguaje publicitario que tan bien conocíamos.
Uno de los ejercicios que pusimos fue una ilustración para una página doble de Moby Dick.
Decidimos que cada semana, uno de nosotros pondría un ejercicio que hacer y cada uno realizaría ese ejercicio en sus ratos libres. Era una válvula de escape divertida y un buen sistema para hacer músculo y aprender a dar respuesta a un hipotético encargo que nos pudiera salir y que se escapara del lenguaje publicitario que tan bien conocíamos.
Uno de los ejercicios que pusimos fue una ilustración para una página doble de Moby Dick.
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